domingo, 19 de julio de 2009

M-a-t-e

He matado
el optimismo de los ciegos de cruzar el mundo a pie,
el pliegue de la pollera cósmica
los ojos bombardeados de vida.
La mujer colectiva-geopolítica dormida a la distancia
retuerce su cuerpo
sin cabeza
en la maquinaria diáfana del invierno.
He m-a-t-a-d-o a ella/s,
a mi, a lo poco que queda.
Ya no salen afiebradas las uñas al encuentro
de paredes tambaleantes de noches.
La traición me busca, nombra mi nombre
en el cruce de las tardes vomitadas
por palabras insatisfechas.
Ya no me reconozco entre tantas bestias.
El deporte abortivo de mi propia muerte, se sonríe
escupe lesionando la huelga de mis brazos
las diseccionadas piernas de niño
y el plagiado mapa terapéutico.

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